Características del mediterráneo.























La cuenca del Mediterráneo es un concepto geográfico con connotaciones históricas y culturales. 
En ella se han desarrollado las denominadas civilizaciones mediterráneas, cuya continuidad en el tiempo hasta la actualidad se manifiesta en una cultura mediterránea en gran parte común por encima de las profundas diferencias políticas y religiosas. Tal unidad de cultura o civilización se ha visto afectada en la época contemporánea por varios factores: por un lado aparece homogeneizada con las del resto del mundo por efecto de la globalización; y por otro lado presenta una contradictoria relación con el fenómeno del turismo, que por un lado la magnifica y por otro la desvirtúa. Suelen definirse como rasgos comunes de esa cultura mediterránea, además de la herencia cultural de la Antigüedad clásica y del enfrentamiento secular de civilizaciones (grecorromana, judeocristiana, islámica), muchos de la vida cotidiana, como la dieta mediterránea (legumbres, frutas y verduras, pescado; y los tres alimentos básicos elaborados desde la más remota antigüedad a partir de productos agrícolas y cultivos específicamente adaptados a la región: pan del trigo, aceite del olivo y vino de la vid -a veces denominados trilogía mediterránea-); la animada vida callejera y espíritu de fiesta estimuladas por la benignidad del clima mediterráneo; multitud de tópicos y estereotipos, como una cierta forma, a la vez vitalista y fatalista, de entender la vida.
La cuenca del Mediterráneo incluye los territorios cuyas aguas vierten al Mar Mediterráneo, es decir: el Sur de Europa (exceptuando la mayor parte de la Península Ibérica, e incluyendo gran parte del Centro y el Este con la cuenca del Mar Negro), el Norte de África (prolongándose hacia su interior con la Cuenca del Nilo) y la zona más occidental de Asia ribereña con este mar, que se conoce también como Oriente Próximo o Levante. 

La determinación geográfica de aspectos favorables al desarrollo de la civilización son notables: la existencia de una masa de agua prolongada en la dirección del paralelo 40º que se abre en la fachada occidental de un continente es única en el planeta. Eso permite la gran extensión del clima mediterráneo, que si bien tiene semejantes en otras latitudes similares (California, Chile, Australia occidental) no pueden comparársele en extensión. Lo mismo puede decirse de la articulación de las costas que multiplica la posibilidad de acceso al mar, sobre todo en su orilla septentrional, con cuatro penínsulas principales (Ibérica, Itálica, Balcánica y Anatólica), varios mares con personalidad diferenciada (Baleárico, Tirreno, Adriático, Jónico, Egeo y Negro) y múltiples islas y archipiélagos, desde las de gran tamaño (Baleares, Córcega, Cerdeña, Sicilia, Creta, Chipre) hasta las menores (Perejil, Alborán, Chafarinas, Columbretes, Elba, Malta, Pantelleria, Dalmacia, Jónicas, Ítaca, Cícladas, Lesbos, Rodas, Dodecaneso...). 

El Mediterráneo y su cuenca fueron el escenario de los primeros descubrimientos geográficos, simultáneos al origen de la navegación, anterior incluso a las navegaciones históricas (periplos griegos y las escasas referencias fenicias o bíblicas).

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